El "mejor texto" vino al final
Con el texto de Markus Orths "Das Zimmermädchen" ha finalizado el primer día de lectura en Klagenfurt. Una fanática de la limpieza, que se esconde bajo las camas de hoteles, para tomar parte en la vida de los huéspedes, ha conseguido la alabanza unánime del jurado.
¿Un posible texto ganador?
"Una conformidad increíble", según ha constatado también el moderador Dieter Moor. ¿Un posible texto ganador? "Es sabido que el voyeurismo y la manía limpiadora van de la mano, si bien a mí me resulta más próximo lo primero", ha empezado diciendo Klaus Nüchtern. "Uno se siente atrapado", lleno de humor y hecho fácilmente, así empieza a desmoronarse aquel espacio de anonimidad, que el hotel tiene preparado por lo general. Precisamente el hecho de que el texto no contenga "puntos asesinos", y que no se introduzca en lo dramático, hacen que sea tan interesante.
El elogio de Nüchtern aún fue superado
"Me gustaría elogiar aún más alto el texto", ha empezado a decir Ijoma Mangold, a quien la alabanza de Nüchtern le parece que se ha quedado corta. El texto roza la "condicón humana" y para sí: precisamente poque el ser humano a causa de su existencia ha llevado la naturaleza al desorden, está afanado en lograr el orden, cosa que luego le vuelca a la locura. "Esto va a ser presentado como la película de terror, que ya es".
Un texto "estridente y estrafalario"
"Un texto con una perspectiva estupenda, narrado brillantemente" - también Alain Claude Sulzer estaba encantado: "El primer texto en el que no tengo la sensación de conocerlo ya todo". Lo "estridente y estrafalario" del texto le han hecho ganarse su simpatía: "Me he reído mucho".
Burkhard Spinnen decía que no creía reconocer voyeurismo, sino vampirismo en el texto: "Esta mujer no tiene vida propia y toma parte en la vida de otros, esto lo he leído tantas veces". Pero esto no ha cambiado nada en su valoración. La refinada combinación de los elementos hace que el texto sea "enormemente interesante".
Lo absurdo parece completamente normal
Daniela Strigl, que había invitado al autor a Klagenfurt, no tuvo que defender nada. Para finalizar, Ursula März reconoció que ella misma había trabajado como chica de servicio en un hotel deportivo y que en este trabajo es casi imposible evitar husmear. La grandeza artística del texto consiste en "hacer que lo absurdo parezca completamente normal".
Sin embargo, März advirtió de la psicología madre-hija reconocible en algunas fases silenciosas: "Quedémonos mejor debajo de la cama, que es donde todos queremos ir".
"Por fin hay aquí nuevos tonos", cerró el debate un "satisfecho" Andre Vladimir Heiz.