Los comentarios de Gstättner - viernes
El 32º Premio Bachmann ha comenzado. Que un acontecimiento literario exista desde hace tanto tiempo es algo fascinante, que han hecho posible sus padres fundadores Humbert Fink y Enst Willner: Puesto que ellos tuvieron el gran atrevimiento de dotar un concurso de talentos con una exorbitante suma de dinero, entonces en 1977 con 100.000 chelines austriacos, hoy con 25.000 euros. Cuando se trata de tanto dinero, entonces vienen personas importantes, incluso aunque la ciudad sea pequeña.
Ningún entusiasmo en la capital federal
En Viena se miraba con desprecio el hecho de que el pequeño Premio Bachmann tuviera una mayor dotación que el gran Premio Estatal Austriaco para la obra de la vida de una estrella de la literatura, como se puede leer en la excelente tesis doctoral de Doris Moser sobre el Premio Bachmann. La quintaesencia: no se puede ahorrar en el lugar equivocado. Y: primero es el gran atrevimiento y sólo después (quizás) la cantidad.
Pero este año hay muchas cosas nuevas, no sólo la presentación en internet en 7 idiomas. Al teatro de la ORF casi se le ha dado la vuelta: donde antes había público, ahora está el escenario. Donde antes estaba el escenario, ahora está el público. Por primera vez el autor ya no está sentado en el medio, como Jesús en la Última Cena, sino a un lado. De esta manera el nuevo presentador tiene la cosa cogida por el mango desde el principio, dando a entender que no quiere ser una figura marginal.
La frase más curiosa de la mañana del viernes
El primero en empezar este año ha sido Thorsten Palzhoff, con una historia de Rumanía. Según el programa, él es escritor independiente desde 2008, es decir desde hace casi seis meses. Ojalá que lo siga siendo mucho tiempo. A él le ha seguido Alina Bronsky, que hasta la fecha no ha presentado ninguna publicación y por eso tampoco tiene la más mínima reputación que perder. Y a continuación viene el primer participante austriaco, el autor de Graz, Clemens Setz. Tiene sólo 26 años y su biografía es por tanto muy breve. Por ello ya contiene sus publicaciones para el año 2009. Por la edad podría ser mi hijo, y durante toda su lectura tuve que pensar en las tonterías que yo escribía a su edad. Por suerte yo entonces no estaba en el Premio Bachmann. Seguro que eso me hubiese perjudicado.
La frase más curiosa de la mañana proviene de él y dice: "El huevo pasado por agua en el vaso rojo de madera parecía como si estuviera reflexionando intensivamente sobre algo." Cómo es eso, estoy reflexionando sobre ello ahora. Hasta la tarde.