Dagrun Hintze, Hamburg (D)

Dagrun Hintze nació en Lubeck en 1971 y vive en Hamburgo. Hintze ha sido propuesta para el concurso por parte de Burkhard Spinnen.


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Dagrun Hintze

Miedo a volar

 

Entonces es multifuncional o universal?

Has olvidado cómo distinguirlos, definición tras definición, pero no puede sorprenderte, desde el comienzo has tenido esa dificultad con la ciencia, esa conducta equivocada por parte tuya; lo recuerdas, el profesor barbudo de sandalias, justo debajo del primer trabajo apenas una frase, pero en rojo, tu primer Waterloo escarlata perfectamente formulado: Esto no es un trabajo científico. Tú, en cambio, habías pensado que el texto sería iluminador, un ejemplo, y semejante brillantez en una recién ingresada, en lugar de eso, la frase escarlata, te quedaste dos semanas en casa, lloraste, no saludaste más al profesor, faltaste meticulosamente al seminario, como si eso sirviera de algo. Llegaste a aprobar el examen intermedio, con diez, una concluyente prueba pública de que podías hacer lo que ellos exigían de ti, si te tomabas el trabajo, de que siempre pudiste hacerlo mejor que todos los otros, sólo que no quisiste querer más y preferiste ser... periodista. Profesión endeble, título endeble; típico que fueras precisamente algo así y aún hoy no estés en condiciones de recordar definiciones: multifuncional, universal y todo el resto del inventario.

Este lugar, en cualquier caso, se parece a un cuarto de limpieza, diez metros cuadrados, aproximadamente, el techo unos dos metros por encima del mar. Seis banquillos de madera sobre una alfombra mugrienta; en una pared ese óleo amarillo sol que no puedes mirar sin reír, en la otra una hilera de pedestales con retortas y fuentes. En las fuentes, distintas semillas, para, llegado el caso, arrojarlas en las retortas, y a sólo un ancho de pared toda la estación central. Con seguridad fueron utilizados materiales insonorizantes, pero ¿qué pueden hacer contra trenes que llegan rechinando cada minuto, contra túneles arriba y abajo?

Una señora con mirada inspirada custodia la entrada y te ha dado la bienvenida amistosamente, ha cerrado la puerta corrediza detrás de ti, no sin sugerir que ahí no sólo puedes investigar sino también tranquilizarte verdaderamente, lo dice en serio: en medio de los rechinos de los trenes, en medio de la entrecubierta de los túneles para autos y todo el ruido que, de todos modos, hacen las personas en la estación central. Ahora estás aquí, reprimes una risa convulsiva, eso funciona sólo cuando le das la espalda al óleo, y sigues sin saber: ¿es entonces multifuncional o universal?

La señora dijo que estaban a disposición la alfombra y el collar de rezo, lo mismo podrías despachar un padre nuestro o un saludo al sol, dominas ambos, y esto habla a favor de multifuncional; en lugar de un ofrenda floral tirarías semillas en las retortas, cada semilla un deseo, un pensamiento, y en primavera sembrarlas en un espacio verde cercano para que echen raíces. ¿Te acuerdas de ese evento organizado por la empresa? Aquella vez se presentaron escritores en vivo que escribían todas las consignas gritadas por la gente, incluso cartas de amor; estabas invitada y no sabías ni siquiera por qué, pero hiciste redactar una, una carta de amor para jefe de redacción Kunst, un poquito en broma, y dos días después había llegado a la redacción, la carta, y el jefe de redacción había fruncido el ceño y contado que los periodistas que escriben sobre automóviles a veces reciben cheques en blanco durante las pruebas, de parte de los fabricantes de coches como give away. Give away. Ahora, aquí, en tu caso, ningún cheque en blanco sino sólo semillas, de zapallo, girasol o lo que sea que nunca echará raíces en la tierra, mucho menos hojas en el aire, y universal significa en realidad completamente neutral, de eso te acuerdas ahora, algo que por primera vez, instaló Dag Hammerskjöld en la Sede de las Naciones Unidas, y se retomó en el Nördliches Haus de la Puerta de Brandeburgo... pero todo esto lo investigaste hace tiempo.

 Dagrun Hintze (Foto ORF/Johannes Puch)

Cuando vuelves a abrir la puerta corrediza, te aguardan señora y mirada. No hay números de visitantes, dice la señora, pero ¿son necesarios? Ella hace guardia aquí una vez por semana, dos horas, y esas horas pasan siempre de modo distinto, a veces un visitante tras otro, a veces nadie, a veces personas con cheeseburgers que quieren consumir en tranquilidad, pero no está permitido. No te animas a preguntar si también entran chicos a manosearse, tampoco si acaso no es un lugar muy práctico para junkies y dealers. Ahí ella menciona el botón, espontáneamente, el rojo, bajo la mesa; si lo aprieta, suena el timbre de alarma en la zapatería dos negocios más allá, estamos protegidos por un musulmán, y él es quien después limpia todo.

Hasta el centro comercial, siguiente lugar de la investigación, son sólo unos pasos. Sigues un mapa que no está actualizado y primero te lleva directamente a una tienda de fans del Bayern Munich. Algo ahí debe haber salido mal, piensas, y también si te gustaría tener una camiseta de Luca Toni, para la noche, para usar en la cama.

Antes de multifuncional o universal durante mucho tiempo existió solamente un único tipo, capilla. En el estadio del Schalke lo construyeron con altar y todo sobre las catacumbas VIP, ahí entrarías con el carné de prensa, pero no sabes cuán necesario es ver todo con los propios ojos, una buena foto es el abecé, lo esencial. En el Estadio Olímpico, una vez más lo mismo: paredes llenas de oro batido, un marco reluciente para bautismo, boda y muerte.

De hecho compras la camiseta y pides una bolsa, neutral, pero no hay y no quieres que nadie se enfurezca, esto es Alemania del norte, donde se llevan otros colores y se conocen pocos católicos. Beahte Uhse se ocupaba en aquella época de que los productos pedidos llegaran a domicilio en envoltorios neutrales, distinto es el caso de tu carné de prensa, al principio era un triunfo, cuando el cartero reconocía en el sobre Unión de Periodistas, a veces dejaste intencionalmente que el monedero se volcara caja del supermercado sólo para recoger el carné caído y por un momento ponerlo sobre la cinta transportadora, con la esperanza de que la cajera se impresionara. Al fin y al cabo sólo se trata siempre de pertenecer a algo.

Piensas si no deberías hacer algo sobre deporte y cultura, una entrevista con Luca Toni, Italian Stallion, no sería imposible, y quizás él podría abogar por bolsas neutrales a disposición de los fans del Bayern Munich en tiendas de Alemania del norte, cuando hay allí, en sus espacios devotos, alfombras musulmanas para orar. Beahte Uhsa era, crees, de Flensburg, quizás protestante, si era algo, probablemente más bien neutral.

Estrujas la bolsa bajo tu codo, el vendedor no supo decirte cómo llegar a tu verdadero destino, y frunció un poco el ceño, luego, de todos modos, te explicó el camino al puesto de informaciones. Allí una amistosa muchacha, el logo del centro comercial en la gorra y en la camisa, señaló hacia fuera, pasando un puente, ¿tan lejos del Mall?, y por un instante la muchacha no sabe a qué te refieres, por eso vuelves a decir: del centro comercial. Ahora la muchacha se encoge de hombros, por lo visto una confirmación; comienzas tu marcha, pasando el puente, y no sabes por qué tienen que erigir aquí una mala copia de iglesias, auténticas hay suficientes, y sin duda son más bellas que ésta.

Aunque atraviesas todo el puente, la bolsa bajo el brazo, no has alcanzado tu meta. En la antesala ya había sentadas algunas abuelas, el pelo blanco, amarillo y lila, que comían tortas y bebían café; la parroquia vinculada al centro comercial entregaba cada día bandejas y cafeteras. Y las abuelas estaban tan contentas, incluso llevaban su propia crema batida, de las carteras asomaban los aerosoles para los cuales la parroquia no tenía dinero. No querías molestar con tu pedido de ver el lugar, no querías tener que presentar tu carné, romper el chismorreo, al fin y al cabo era mejor que ellas se reunieran aquí, ahora que nadie preguntaba por ellas, por Dios o por otra cosa. Afuera sólo bolsas yendo y viniendo, la cadena de cosméticos orgánicos imprime en ellas una palma, es lo único que quedó, las agendas acosan y han borrado el domingo. Adentro bebes café con las abuelas, el proyecto del centro comercial es ecuménico, dicen, y eso como información te alcanza.

Dagrun Hintze (Foto ORF/Johannes Puch)

 

Lo que más te gustaría sería una bañera en tu propio baño, otro espacio silencioso, que ofrece todo en cuanto a retiro y paz. Dormitar en la montaña de espuma, no ver las marcas, ¿cuándo se decidió tu trasero por la celulitis?; la camiseta de Luca Toni, en cualquier caso, la compraste en talla XXL, para que cuelgue holgada sobre las marcas. Podrías cepillar los muslos y aplicarte chorros de agua fría, utilizar la loción Q10 y esperar a que produzca algún efecto, podrías depilarte las cejas y dedicarte al cuidado de los espacios interdentales, sólo para recordar nuevamente aquella época cuando todo eso no sólo era innecesario sino sencillamente impensable. En aquella época, justo habías cargado las pilas después del Esto no es un trabajo científico, le negaste el saludo al docente barbudo y de sandalias, y también rehuiste la participación en los demás seminarios, no tenías idea de Q10 y no habías comprado nunca hilo dental, entonces aterrizaste en la biblioteca al lado de alguien y ya no quisiste levantarte más. Por la noche no te llevó a su casa, el motivo lo conociste después: había puesto unas sábanas que le daban vergüenza, que le hacían temer que no te dejaras meter entre ellas, Borussia, y probablemente tenía razón. Cuando después ustedes vivieron juntos, en un apartamento bajo el tejado y el equipo de él se quedó con las ganas en el último partido del campeonato, buscaste en el armario las viejas sábanas y las pusiste, a modo de consuelo.

Con el jefe de redacción Kunst ya habías aprendido a no hacer cumplidos; tu única plancha, la carta de amor del escritor en vivo, dos días después en la redacción, como se dijo: cheques en blanco, Give away. Se separó de la esposa, al fin y al cabo, por tu causa, pero ella se quedó con una amiga y una hermana apenas un par de semanas, durante un período de transición viviría en casa de él y buscaría desde allí un lugar cerca del trabajo. Ahí por primera vez se te ocurrió que de verdad cada uno juega según reglas diferentes. Profesión endeble, título endeble: más tarde comenzaste a dormir con tus entrevistados, y la esposa del jefe de redacción ya había encontrado un apartamento. Estuvo de reformas varias semanas, después él informó aliviado que ella se había ido y que como primera medida había encargado un sofá para el nuevo departamento. El sofá llegó y se quedó una noche, por la mañana ella lo mandó de vuelta, no le había gustado y al tacto no tenía ningún sentido. El apartamento renovado quedó, en consecuencia, deshabitado, y ya no se habló más de un período de transición. Cometiste tu Waterloo de modo adecuado, llevaste tu propio sofá a la basura, compraste alfombra y almohadones, éstos resultaron ser útiles durante la primera relación post-entrevista, el amor nunca deja de ser, dice San Pablo, la agenda ha borrado el domingo, pero el día para ser abandonada está fijado, anotado, nunca más esa persona que por las tardes atraviesa la misma puerta y no desea nada más que eso. Esto es lo que sabes, la cosa última, disfrazada de sábana o ex mujer que no quiere ir a trabajar.

 

La investigación continúa.

 

 

 

Además de multifuncional y universal existe como categoría holístico, por eso entras en el territorio spirit & mind, te has envuelto en una toalla esponjosa y te dejas calentar a noventa grados. Incluso este sauna cae en el inventario y pretende igualmente ser una espacio, un espacio de silencio, aunque sin confesión o café y tortas, y en su lugar aceite aromático y mandala, luz de color con cambios regulares. Si de verdad aquí se suda espiritualmente, es algo que no alcanzas a juzgar. Es día de mujeres, y a esta altura prefieres que sea así, es que te consuela ver marcas en otro lugar. En cualquier caso, tener en consideración el alma parece haberse convertido en un factor económico, incluso en el oasis de la wellness, quiero verme bien cuando estoy desnuda, se trata de meditación, del centro humano esté donde esté, pase lo que pase allí, un padrenuestro, un saludo al sol, una ofrenda floral: lo principal, que sea de modo holístico.

A tu vecina le cae el sudor por la frente, mientras fija la vista en el mandala de la pared; podrías a continuación reservar una aplicación de yin y yang, pagaría la redacción, quizás. De pronto te descubres, en mitad de ese sauna espiritual, pensando en Lutero, en el que por descontado no pensaste en ninguna otra parte ni nunca, ni siquiera en Halloween, aunque por principio no abres cuando llaman los niños para rugir truco o trato, consideras aberrante que para recibir regalos alcance con ponerse una horrible máscara de plástico, los niños cantantes de los Reyes Magos, a ellos les abrirías, pero ellos no cantan en Alemania del norte.

Dagrun Hintze (Foto ORF/Johannes Puch)

¿Para qué se tomó el trabajo Lutero? Estación central. Estadio. Centro comercial. Lleno de pasajeros, fans, clientes, mujeres de toallas esponjosas... el mercado está cada vez más duro, la capilla de Veltins en las catacumbas VIP del estadio de Schalke, expide indulgencias. Nunca pensaste en Lutero, aquí estoy y no puedo obrar de otra manera: él sencillamente clavó sus reglas en la puerta, provocó la furia inevitable y puso fin a la pertenencia.

Entras en la piscina de inmersión, tu piel arde. El yin y yang lo dejarás para otra ocasión, igual que la categoría holístico. En casa te echas encima la camiseta de Luca Toni. Sueñas hacia atrás con la noche en que dormiste entre sábanas que debían consolar a otro... ésa fue la última vez que estuviste desnuda.

 

A la mañana siguiente, el hogar de marineros aguarda la investigación y la definición: ni multifuncional ni universal, mucho menos holístico, sino multirreligioso. Lo que significa que hay un lugar que reúne todo lo que los seres humanos necesitan para creer. Ya al principio Biblia y cruz; otra vez te preguntas si en verdad hace bien rezarle a un ejecutado, a una víctima vejada que lo único que hace es poner la mejilla, ¿sirve esto como principio para la vida?, ¿no se desmorona cuando está en juego la dignidad del hombre, en la que todos creen desde que se confiesan humanistas? También sobre esto hay aquí escritos teóricos y un cuadro, por supuesto abstracto, que invita a meditar a los navegantes ateos, seguro que ellos no tienen dinero para el oasis de mandala y wellness, a ellos ninguna redacción les paga la cuenta, pero realmente ahora no quieres pensar en las condiciones de trabajo y en el salario de un barco de carga. La mirada un poquito hacia la derecha, la Estrella de David y la menora, el candelabro de siete brazos, uno por cada día de la creación. Probablemente hay un rollo de Torá en el cofrecillo, en caso de que alguien quiera estudiar al vetusto Dios, también conocido de los cristianos, ojo por ojo, y él vio que era bueno. A pesar de todo, un texto en el Antiguo Testamento, que alguna vez casi te convierte:

Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas o por las ciervas corzas en los campos, que no despertéis el amor ni lo perturbéis, hasta que a él le plazca.

En el casamiento del hombre de la biblioteca, ya no te quisiste levantar más, un padrino de bodas leyó ese pasaje, padrino de bodas, de pronto te viste forzada a temer que el amor quizás nunca dejara de ser, y la novia, apenas la conocías. Así y todo aún hoy son amigas, durante la cena nupcial, la sonrisa en la cara de los otros, qué bien, una buena relación con la ex.

¿Qué diablos son las ciervas corzas? ¿Y cómo un mismo techo puede contener este espacio? Atrás, a tu izquierda Buda, está sentado en un nicho, nunca se lo debe señalar con los pies, eso lo decía la guía de viajes antes de la vacaciones en la playa, tampoco se debe pisar el umbral del templo; pero qué si un judío, católico o musulmán desinformado sencillamente se queda en el hueco de la puerta, ¿ofende así a Buda? La alfombra y el collar para rezar están en otro nicho, una mirada y cualquiera conoce la dirección a la Meca, no importa si para él significa algo o no. ¿Se molestan entre sí estos marineros cuando rezan simultáneamente? ¿Se soportan el Cantar de los Cantares y la Sura? Y los marineros, ¿no están de todos modos cansados y quieren ir con las prostitutas en el puerto a festejar la misa que los une a todos?

Dagrun Hintze (Foto ORF/Johannes Puch)

Si te preguntan, en lugar de multirreligioso dirías ecléctico; no te gusta este lugar, de por sí desprecias cualquier anaquel de yogures en el supermercado, porque te obliga a decidir, ahí puedes dejar caer el carné de prensa tantas veces como quieras, nadie te lo recogerá. Al menos nunca señalaste a Buda con los pies, un joven príncipe que zarpó cuatro veces y vio: pobreza, vejez, enfermedad, muerte. Y no quiso tolerarlo y rápidamente anunció que el mundo era apariencia.

En el último nicho encuentras un ornamento llameante mitad pájaro mitad ser humano, no tienes idea, preguntarás y apuestas a que es hindú... ¿quizás un dios de paladar dulce, con flancos venialmente descubiertos? El examen intermedio de la universidad te lo tomó un arqueólogo que afirmaba hacer sacrificios a Ártemis en su jardín.

 

Durante una hora vas y vienes entre los nichos, ningún marinero a la vista, ellos seguro aún siguen un fanal rojo, también los barcos de carga surcan el domingo o cualquier día que pueda ser sagrado, y casi extrañas a la señora con mirada en la estación. Aquí fuera, detrás del mostrador, sólo hay un tipo gruñón, es el encargado del café, del reparto de camas, y de la red universal, de nada más, para él es importante. Nunca ha pisado el recinto en sí, para qué, vive en tierra y no en el barco, los nichos sagrados son limpiados cada dos semanas y sí, a veces viene un pastor, pero incluso el inglés es escaso aquí. Por un momento querrías llorar por los pobres marineros, los esclavos de los barcos de carga, lejos de sus patrias, de sus propias iglesias, sus templos, sus burdeles; aquí no se les ofrece más que esto: una cama, café, acceso a Internet y un nicho que es limpiado cada dos semanas. Pero aun así es un trabajo y tu investigación, y sabes que cuando el pan comido te abandone, no escribirás nunca más.

Pides al tipo gruñón que te deje usar la computadora, te deja y escribes Espacio de silencio como texto de búsqueda. De hecho aparece un link y te da una amistosa bienvenida: Galería, Meditación, Muro de oración. ¿A quién le resultará tan ruidosa Internet que sube eso?

Los motivos devotos de la galería superan al óleo de ayer; a sólo un clic, el muro de oración, ahí se ha eternizado Moni, que a vista de todos ruega y ora para que Uwe no la abandone. Te sientes tentada de escribirle un e-mail a Moni, de aconsejarle que deje la computadora, mueva el culo, un paseo por el bosque puede prestar socorro en caso de problemas amorosos, incluso una visita al peluquero, lo sabes por propia experiencia, y si la cosa llega un plano fundamental: ¿Por qué demonios no rogar y orar en una iglesia verdadera? Para eso están las iglesia, y no existen desde ayer. ¿Qué generación es esta, te preguntas, que envía por mail a un muro de oración sus angustias amorosas? ¿Para ella han traído Halloween a Alemania del norte, han moldeado en caramelos el retrato de Lutero, inventado espacios de silencio, multifuncionales, universales, holísticos y multirreligiosos? Todas filiales de la devoción, apenas análogas. ¿Qué quieren ellos? ¿Time-out, chill-out? ¿De qué se tienen que recuperar esta vez?

Dagrun Hintze (Foto ORF/Johannes Puch)

Llegado el caso de que, contra toda probabilidad, te reprodujeras, con dolor, habrás de poner el despertador cada domingo y arrastrar a tu hijo al oficio divino, deberá aprender el padrenuestro de memoria, y además sin demora el credo y el kyrie, luego, si es por ti, él puede optar por otra cosa, definición tras definición, pero en serio, no en la versión light, no virtual o con café y tortas, sin nombres de auspiciantes, tampoco sudando en el sauna orgánico, si tuvieras un hijo, le leerías desde el comienzo toda la Biblia. Deberías preguntarte si de a poco este tema no te hace perder la razón, pero también si no está todo perdido desde hace tiempo.

Has fijado una cita en el aeropuerto para una entrevista,.

Si bien has terminado con el tipo capilla, buenas imágenes, justo lo esencial, te ha interesado un pastor de aeropuerto, es lo contrario de profesión endeble, título endeble, así exactamente se le dice a alguien que tiene una iglesia en el aeropuerto, y en las puertas de embarque puras ovejas que las más de las veces no saben que lo son.

Es más joven de lo que pensabas, lleva un traje de redactor en jefe y una pequeña cruz en la solapa, eso te parece de algún modo sexy. Comienzan con su profesión, lo que hago no está precisamente in vogue; al hablar no hace ningún gesto, y te vienen a la mente las palabras cara de pilluelo, lo que en seguida te lleva a desembuchar todo: estación, centro comercial, oasis de wellness, hogar de marineros e Internet, y que no entiendes qué hacer con eso, qué clase de tema es y quién en realidad te está enviando. Ahora él ríe, en determinado momento ríes con él. Más que mantener abierto el espacio no sabe qué hacer, declara él, brevemente piensas si no tienes que poner en juego la camiseta, las sábanas, le ex mujer con el sofá, las marcas en tu trasero y que siempre te ha gustado pertenecer a algo. No sabes lo que va y lo que no va frente a un hombre de Dios, nunca has hablado con ninguno, cuánto de varón hay contenido en él, ¿lo suficiente para registrar que tú retuviste el aire cuando le diste la mano a él, tu entrevistado?

En cambio preguntas si por casualidad él entiende de divinidades hindúes, el ornamento llameante no te lo terminas de explicar, mitad pájaro, mitad ser humano, y el dice Sí, representa a Vishnu, el sustentador, y golosinas seguro que no quiere. ¿De dónde sabe esto un pastor de aeropuerto?, lo interrumpes, y agradeces un cambio de tema, y él habla de Asia después del tsunami, dos semanas en misión de cura de almas, curador de almas, y luego cuenta que una y otra vez mueren seres humanos, ahí arriba, a bordo. Por suerte nunca pasó cuando estabas en el aire, al menos no te enteraste; en esos casos lo llaman por beeper, como al médico en una emergencia, para la cura de almas. Le pides que te diga algo acerca de lo que pasa cuando uno muere, qué cree él, cómo se puede soportar cuando en vida uno a duras penas consigue afincarse en algún lado, pertenecer duraderamente a algún lugar, y después sólo la vista a la oscuridad, el frío y los gusanos. Dos entierros el último año y las dos veces un desmoronamiento, aunque ni siquiera los que estaban en los ataúdes te eran cercanos, pero no encontraste nada a lo que agarrarte; raro, en realidad, habías esperado que el suelo se abriera bajo tus pies y ante eso ya no contaría nada, ni profesión ni carné, ni belleza ni amor, por poco que duraran, ahí abajo aguardan los gusanos para devorar la altivez del ser humano, y también la tuya, eso es todo, resulta ser todo; y no pudiste sino llorar a tal punto que te dio vergüenza, que pensaste ir a la guardia médica y hacerte dar un Valium.

No sabes durante cuánto tiempo has estado hablando, el pastor de aeropuerto sigue escuchando, algo en su mirada, que no conoces, algo que ni la mujer de la estación central ni ningún otro tuvo jamás en la mirada, cada vez que se posa sobre ti, remite en sentido amplio a la calidez. Terminas en el kitsch, el peor de los clichés, ese que tú nunca quieres que sea acertado, y cuando dejas de hablar, él carraspea. A menudo se las tiene que ver con personas que sufren de miedo a volar, dice él, aunque esa es la única reacción apropiada, qué locura, moverse a miles de metros sobre el nivel del mar, sólo con chapa alrededor y un motor que puede averiarse, al volante un ser humano falible a quien uno ni siquiera conoce, mejor habría que preguntarse qué reprimen aquellos que no tienen a volar, cuán enfermos están. ¿Y cómo habría que reaccionar frente a la muerte sino con horror, lágrimas inestables y un deseo de Valium? ¿Y no era algo enfermo estar al pie de una tumba abierta sin perder la compostura?

No alcanzas a juzgar si escuchar esto realmente sería de ayuda para un paciente con miedo a volar, pero sientes como si pesados animales hubieran abandonado tus hombros, por un momento te ves en el hogar de un pastor protestante, cinco niños alrededor de una mesa y todos con mejillas rojas, una puerta generosamente abierta, siempre hay una sopa caliente en el fuego, y tienes buenas palabras para cada uno. Oyes el despertador sonar el domingo por la mañana, los cinco niños pulcramente restregados, todos van a la iglesia, rezan juntos el padrenuestro, sin tener como alternativa el saludo al sol, y tu esposo dice el sermón. O un viaje en jeep por uno de esos habitados por indigentes, estás al volante, llevas un vestido gastado, una cruz al cuello, y estás de camino a la escuela cristiana, a la clínica. A tu lado, el pastor.

El anillo en su dedo es imposible de obviar. Y contradice, como la cruz en la solapa, su afirmación de que le costaría tratar con confesiones. ¿Cómo ha podido colarse aquí alguien semejante? ¿Cómo la iglesia lo dejó entrar, a él que no sabe más que mantener abierto el espacio? Los conceptos de adentro y afuera simplemente causan daño, cree él, con toda confianza se podría ver el Evangelio así; Jesús, quien anunció que el afuera era el adentro, al fin y al cabo fue crucificado por eso. Luego él vuelve a tu demanda inicial y considera que polvo al polvo podría consolar. Tu rostro se contrae en una mueca de repugnancia, a un conejo, pero comparado con todo el esfuerzo que significa ser humano, polvo al principio y al final sería realmente demasiado poco. Eso suena a ofensa, opina él, y de nuevo no hace ningún gesto. Por un momento te quedas sin palabras, luego le das la razón y sueltas una risilla. En el medio de la iglesia del aeropuerto, entre el cielo y la tierra, sueltas una risilla inconsistente, sobre el altar una cruz de metal, ningún cuerpo en ella, frases de salmos alrededor, tienes que leerlas más tarde. Entonces quizás hay un tercero, quizás no hay azar sino lo contrario de todos tus Waterloos: Buda es culpable del Q10. El joven príncipe, demasiado ofendido por la pobreza, la vejez, la enfermedad, la muerte, anunció rápidamente que el mundo era apariencia. Mientras aún tienes esa risilla, sientes que las lágrimas se acumulan, tu bañera sería ahora el único lugar seguro, pero aún así hay un trabajo, y tu investigación.

Ahora el pastor de aeropuerto te exhorta a echar una mirada a la mezquita de al lado. Abren la puerta, una alfombra fea y zapatos viejos, adornados nichos en dirección a la Meca, verde menta, y pares de ojos llenos de reproche. Aquí no se te ha perdido nada, estamos protegidos por un musulmán, a él no se le ha perdido nada aquí; y ustedes cierran juntos la puerta. De vuelta en la iglesia, hojeas distraídamente el libro de visitas, sólo para seguir enredándote; te enteras de que allí personas le escriben a Dios, sin rodeos, parecen estar seguros de que Dios lo lee, agradecen la meditación y el recogimiento, la bendición y el consuelo. Tú nunca has dado las gracias por algo como eso, y en el futuro debe seguir siendo así; tú, en cambio, escribes lentamente tu número de teléfono móvil y tu correo electrónico. No alcanza, lo percibes, y pides al pastor de aeropuerto otro lápiz, rojo escarlata, conoces con precisión la fórmula que una vez casi te convierte. Anillo de casamiento y cruz hace mucho que no te importan, ¿quién le hace caso hoy a semejante confesión?, escribes: Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas y las ciervas corzas en los campos, que no despertéis el amor ni lo perturbéis, hasta que a él le plazc.

 
Traducido por Nicolás Gelormini
 

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